miércoles, 26 de diciembre de 2012

"Gracias" one

De los nueve reinos, vivo en el único que no tiene costas. Por lo que nunca he llegado a observar el mar. A parte de los largos viajes que a veces emprendo, nunca puedo salir del castillo a menos que mi primo me lo permita, ya que el es el Rey. Pero, a parte de ser parientes... yo... le detesto. Soy un perro encerrado en su jaula, que a veces saca para enseñarle a sus vecinos que pasaría si se meten con él.
Eso explica en especial el por que la gente ni siquiera me mira a la cara, nada mas ver la vestimenta que poseo, saben que soy la enviada del Rey, y si que si por algo paso por ese lugar, es por que alguien perece que le rompa los huesos, o le corte alguna extremidad, también como la mayoría de las veces: para matar. Ya que en eso consiste mi gracia, claramente identificada por mi ojo azul claro, y el otro plateado, o por que me conocen por "mors inumeris" que en latín significa, muerte incontable, dicen que he matado a tanta gente que he perdido la cuenta, pero eso solo es rumor...

Como la gran mayoría de gracelings que se encuentran al servicio de mi soberano, no he tenido compañía, mas que la del príncipe del octavo reino, este también es un graceling, pero su gracia no es importante y se encuentra cruzando el mar... muy lejos...
Somos pocos los graceling que nos encontramos al servicio de los monarcas. Ya que pocas veces nace uno de nosotros, cuesta que su gracia sea de ayuda para el gobernante.

Cada vez que se descubre que uno es de esta forma, lo llevan al palacio o en casas de nobles  hasta que se descubra su gracia, si no es de utilidad, lo devuelven a la familia. Así mejor, pero si es de ayuda, le espera una vida alejada de lo que es el mundo... para después terminar el entrenamiento y ser solo un perro enjaulado.
Soy la única en este palacio al servicio del Rey como graceling, o lo era, por que un día mas tarde de volver de una misión, encontrase a una niña de cuatro años... con un ojo verde y otro castaño. Se trataba de una mentalista, capaz de predecir lo que ocurría en la habitación contigua, y de predecir el posible movimiento de cualquier objeto. Hasta allí llegaba su gracia, estaba poco avanzada  y por supuesto, le harían pasar un infierno para que la dominase al completo. Tuve pena de ella y de su mirada inocente... ¿Yo habría sido alguna vez así? Probablemente... pero lo recuerdo ya eso...



La historia que quiero revelaros, comenzó, un atardecer tan normal como el anterior...

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