viernes, 10 de agosto de 2012

aLedH. (No recomendado para menores de 15 o 13)

1º Cuchillo:
Camino... camino... camino... recorro toda la ciudad... camino.... a mi lado pasa mucha gente... camino... el cielo se está poniendo anaranjado... camino... las farolas empiezan a iluminar... camino... paso junto al gran monumento... camino... y llego a casa con la luna en el cielo...

- ¿¿Otra vez llegando tarde??
- Te traje lo que pedías.
- Pero esto te lo pedí hace mas de cinco horas. Anda, ve  tu habitación.- Subo... Cojo el cuchillo... salgo por la ventana... caigo bien el le césped. Camino por la calle y me dirijo al barrio mas oscuro... los encuentro. Me dirijo en silencio hacia ellos.
- ¡HAHAHAHA!- Ríe estruendosamente el jefe.- ¡Hoy no vendrás a por mi! ¡¡¡Chicos!!!- Salen con navas y se dirigen corriendo a mi. El primero intenta cortarme con ella me pongo detrás de él y le apuñalo. El siguiente intenta darme por la espalda, me agacho, corto un poco de la piel del estómago. Aprovecho el tanteo y le clavo el cuchillo en el corazón. Me levanto rápida dando una media vuelta girando el cuchillo para que no se acerque el tercero. Después se lo clavo en el hombro pero no me dio tiempo a herirle a muerte por que alguien llevaba una pistola. Cojo al tercero y lo utilizo de escudo humano. Hasta que tiene que recargar la pistola. Me acerco corriendo y le apuñalo nuevamente en el corazón. Por último quedaba el jefe. Este saco una pistola. Me muevo a la derecha a tiempo. Tan solo me roza la piel la bala. Corro intentando esquivar las balas. Todas me rozan, no tenía muy buena puntería y era demasiado rápida. Y por último le corto desde el comienzo del brazo izquierdo hasta la cintura del lado derecho. Y por último mi arma en su cabeza. La retiro del cuerpo inerte y me marcho. Subo hasta la ventana de mi casa. Y me recuesto en mi cama. Desde los hacía un año no podía remitir mis mis ganas de matar y ser sanguinaria. Así que todas las noches, iba a matar pandillas. Al principio siempre salía herida, después me volví casi una profesional en asesinar. No quiero volverme una heroína, solo intento no matar a mi familia...
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Y eso era lo que hacía todas las noches Alex. Después se despertaba temprano e iba al instituto. Era una chica normal y las calificaciones también. Lo que pasó fu lo siguiente:
Volvía a casa, como siempre: tarde. Se disponía a salir por la ventana con su cuchillo cuando de repente alguien le toca en hombro. Su reacción girar mientras blandía el cuchillo. Pero para su sorpresa solo atravesó a la figura que se encontraba frente a ella.
- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHh.- Gritó.
- Hola.- Dijo el gran esqueleto encorvado.- No pienso hacerte daño. Por el momento. Te necesito.
- ¿¡¡Quién eres!!?- Decía Alex mientras intentaba herirle con su arma. Pero no hacía mas que transpasar una y otra vez el cuerpo. Como si solo fuese un holograma.
- Jaja... soy un Shinigami. Lo que significa que soy inmortal.- La chica se asustó y se quedó quieta muerta de miedo. Alguien tocó la puerta.
- ¿De encuentras bien Alex?- Dijo su madre. Intentó abrir, pero estaba con cerrojo. Como siempre. La chica se quedó quieta. No quería involucrar a nadie así que le gritó:
- ¡¡No pasa nada, vete!!- Al parecer así lo hizo.
- Bien...- Continuó el Shinigami.- Seré breve. Te necesito. Tienes que matar a ciertas personas.
- ¿¿¡¡Por qué quieres que haga eso!!??
- Del lugar de donde vengo todo se derrama y se destruye poco a poco.- Después lentamente la empezó a señalar.- Y tu eres una joven demasiado especial... pongamos esto como un juego. Hay 5 personas incluyéndote  todas parecidas a ti. Que se esconden por toda la ciudad. Y tu tienes que eliminarlas, o intentar no ser eliminada.
- ¿¡Y qué pasará si las mato a todas!?
- Muy simple. Te vuelves una Shinigami.
- ¿¿¡Para que quisiera ser una Shinigami!??
- Bueno, la reglas son simples. No tienes otra opción. Se eliminada del juego... o vive como una Shinigami. ¡El juego comienza!- Y con eso desapareció. Salió por la ventana apresurada.. Alejándose lo mas posible. Cuando se encontró en el barrió, no tuvo piedad con los siguientes. Antes de que pudiesen hacer nada ya estaban degollados y su sangre rodaba por las escaleras de la calle. Alex estaba totalmente roja, estaba utilizando demasiadas fuerzas y se le podía oír respirar agitádamente. Pero estaba demasiádo asustada y eso no le gustaba nada. Así que ese día mato a mas personas de las que acostumbraba y de peor forma. A algunas solo las dejaba mal heridas desangrado se y suplicando por su vida. Pero al final siempre volvía para matarlas. Por último volvió a casa trepando por la pared de su ventana. Sonrió con su rostro manchado en sangre. Dejó el cuchillo en el suelo y se durmió sin mas remedio...
Al día siguiente en el instituto estuvo todo el día nerviosa. Al final de una de las clases se quedó sola. Miró al rededor. Y descubrió que se habían olvidado una hoja sombre la mesa.
Fue a cogerla. Pero cuando se dio cuenta cuenta estaba dibujado el Shinigami que había visto antes.
- ¡¡No puede ser!!- "Piensa rápido" pensaba mientras miraba a su alrededor alterada. Pero no pasó nada. "Esta es la mesa de Eduardo..." Pensó. Cogió el dibujo y se lo llevó. "No hay problema, en el instituto no me puede atacar o llamará la atención" Apretó uno de sus puños. Eduardo no tenía mucho en especial. Era un alumno con excelentes calificaciones y dibujaba estupendamente. Y había dibujado demasiádo bien al Shinigami...
- Creo que se te quedó esto el la clase.- Le dijo Alex mientras le daba el dibujo.
- Gracias. Te lo puedes quedar.
- ¡No lo quiero!
- ¿No te gustan los esqueletos, Alex?
- A ti no te importa.- Empezaba a alterarse.- ¡Toma tu dibujo y lárgate!
- ¿Piensas convertirte en la siguiente Shinigami?- La pregunta le sorprendió un tanto Ya tenía claro que era un jugador. Así que disimuló.
- Estas loco. Solo dices memeces. Ten tu dibujo y déjame en paz.- Nada mas que el chico cogiera el dibujo se marchó. "Parece que se lo ha tragado. Mañana le mataré"

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