Las clases pasaron... aburridas, pesadas, pero pasajeras. Así llegó la tarde y todos tuvieron que volver a sus hogares. Gomu no sabía pero se llevaría una gran sorpresa.
- ¿Y bien? ¿Qué te parece?- le preguntó Julius a Mery.
- Es una tienda muy bonita.
- Pues lo que hay dentro el mejor.- ambos entraron y los recibieron amablemente. Y ante ellos se presentó una señora mas bien regordetita, con grandes cachetes y una sonrisa pintada en el rostro.
- ¿Así que al final a venido tu sobrina?
- Así es. No sabemos como vamos a ir disfrazados. Y tu eres la mas indicada para recomendarnos que hacer.
- Eso totalmente verdad. Seguidme.- por toda la tienda había montones de vestidos, prendas, bufandas zapatos, de todos los colores, dobleces y texturas. Pero lo mejor es que no había ninguno igual. Todos eran únicos y diferentes. Entraron en un cuarto, al parecer allí era de donde se fabricaban todos ellos, y Sahara (Así se llamaba la anteriormente descrita) empezó a tomarle medidas. Mery de inmediato lo comprendió.
- ¿Esto no es muy caro tío?
- En absoluto.- Dijo Sahara mientras movía de una lado a otro el metro.- Tu tío y yo somos buenos amigos desde pequeños. Así que te saldrá totalmente gratis. Entonces... de que vas a querer tus disfraz.- al pasearse por toda esa tienda, lo había comprendido, ya lo tenía claro.
- De dragón.- dijo con un brillo especial en los ojos.
- De acuerdo, ahora solo tienes que estar quieta unos minutitos...
- ¿¿¿¡¡Qué...!!???- Dijo Gomu sorprendida. Su habitación había sido pintada, tenía una cama nueva, sábanas nuevas, un escritorio, un armario, una silla, estantes, mesita de noche... y todo perfectamente impecable.
- ¿Y bien? ¿Qué te parece?- le preguntó Kid desde la puerta a Gomu. Esta corrió a abrazarle y le dio las gracias, entre lagrimas. Todo le encantaba, era justo, lo que había querido desde hacía un tiempo, desde que llegasen las dos invasoras, por llamarlo así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario